domingo, 4 de diciembre de 2016

JUSTICIA



Siempre me ha inquietado el momento de espera a que te traigan la cuenta en un bar, restaurante, etc... y nunca he sabido como gestionar ese desasosiego.


Normalmente, cuando te lanzas a iniciar este trámite económico, es porque has considerado que tu tiempo en ese local se ha acabado; que es el momento idóneo para abandonar la compañía con la que has pasado un rato. Por ello, un retraso excesivo en el proceso, se antoja incómodo. Es posible que esa espera implique unos minutos adicionales de conversación forzada, o que te obligue a una repetición de tema para rellenar esos segundos interminables.





Por fin ayer presencié una clase magistral para resolverlo. Un tipo de mediana edad, que había estado degustando animadamente unas ensaimadas con otro colega, decidió poner fin por la vía rápida a esa prórroga impuesta en su cita. Apenas 30 segundos después de haber solicitado el valor de su merienda, y con el gesto descompuesto, se levantó y se dirigió a uno de los camareros increpándole: “¡Por favor te lo pido! ¡Tráeme la cuenta! ¡Tengo que entrar a un juicio!”


Incontestable...

Resultado de imagen de pedir la cuenta
Una pareja, que probablemente acaba de cortar su relación, esperando la llegada de la cuenta.

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